VOCACIONES

 

La llamada.

Como en el pasado, Dios sigue llamando hoy a hombres como tú para servirlo como sacerdotes en la Iglesia Católica. A lo largo de la historia, muchos han sido llamados al sacerdocio. Ellos han vivido vidas ejemplares y han continuado la misión de Cristo de extender el Reino de Dios en el mundo. Hay muchas historias heroicas y ejemplares sobre sacerdotes que le han entregado plenamente la vida a Cristo.
Sin embargo, hoy es más difícil que en el pasado discernir la llamada de Dios, en medio de tantas maneras valiosas que una persona puede escoger vivir su vida. Hay también tantas distracciones que hacen difícil discernir la voz de Dios. Discernir una vocación es un reto, no hay duda de ello. Puede ser particularmente duro hoy en día porque los otros, incluso los padres y los amigos, no siempre brindan su apoyo ni su estímulo. (Amedeo Cencini)

En este sitio web del Seminario Mayor de Cristo Rey de Rancagua, está destinado para que aprendas más acerca de la vocación al sacerdocio y encuentres respuestas para algunas de tus preguntas. Esta página te permitirá al mismo tiempo conocer personas que pueden ayudarte a explorar si Dios te está llamando a servirlo como sacerdote.
En todo el mundo en este tercer milenio, muchos tienen vivos deseos de encontrar una vida que los llene plenamente, anhelan descubrir un horizonte para sus vidas. La vida de un sacerdote se enfoca a ayudar a la gente a plantearse las preguntas más profundas sobre el sentido de su vida. Hoy se necesitan los sacerdotes más que nunca. Quizás el Señor te está llamando a ti a ser sacerdote. No lo sabrás con certeza a menos que consideres esa posibilidad. Si sientes su llamada, ¡no te dé miedo responderle!
En el seminario siempre encontrarás un sacerdote dispuesto a ayudarte en tu proceso de discernimiento.




¿Qué es un sacerdote diocesano?

Un sacerdote diocesano o «secular» trabaja en una diócesis o arquidiócesis particular normalmente como párroco. Él está «casado» con los fieles del territorio de su parroquia, gastando su vida con ellos y por ellos para acercarlos a Dios y trabajando por su santificación. Un sacerdote religioso trabaja adondequiera que el Superior de su orden religiosa lo envíe.



¿Qué cualidades busca la Iglesia en un candidato?

La Iglesia busca un varón de buena reputación. El candidato debe ser un creyente católico practicante, que participe en la Santa Misa con regularidad, que esté empeñado en algún tipo de oración diaria, que observe los mandamientos y tenga un fuerte deseo de servir a los demás. Debe ser mental, emocional y físicamente sano. Debe tener niveles normales de inteligencia y sobre todo, debe estar abierto a la voluntad de Dios.

¿Es interesante la vida diaria de un sacerdote?

¡Por supuesto que sí! Hay momentos de rutina, como en cualquier tipo de vida, pero no ha dos días que sean iguales en la vida de un sacerdote. El sacerdote ayuda a la gente a buscar a Dios, y el trabajo con la gente es interesante e impredecible. Pocas vocaciones ofrecen tanto como lo hace el sacerdocio. Más aún, el sacerdote que ama a sus fieles y se compromete con ellos entregándose a su servicio sabrá que está realizando la obra del Señor.

¿Qué es una vocación?

Una vocación es una invitación, una llamada de Dios a servirlo de una manera específica. La vocación primaria y común de todo bautizado católico es a ser santo. A amar a Dios y a los demás. Pero un candidato al sacerdocio está llamado a ir más allá de lo «ordinario» y a convertirse en pastor de otros mientras que peregrinan hacia Dios.

¿Cómo saber a qué me está llamando Dios?

Primero, pregúntale a Dios en la oración lo que Él quiere que tú hagas, luego ábrete y dispónte a responderle con generosidad. El llamado puede llegar de maneras sorprendentes o inesperadas: puede ser a través de comentarios o sugerencias o estímulos de otros, mediante una invitación específica, por medio de un incidente de gracia, cualquier cosa. Dios es el que llama y Él puede llamarte de la manera que Él escoja. Si un hombre es llamado al sacerdocio, él debe también someter esa llamada a la Iglesia en la persona del obispo diocesano o del Superior religioso. Para discernir la validez de una vocación, el obispo trabajará en estrecha comunicación con el sacerdote director de la Pastoral vocacional y con los formadores del seminario.

¿Soy lo suficientemente santo como para ser sacerdote?

Cuando san Pedro fue llamado por Jesús a seguirlo, su reacción inmediata fue un rechazo: «Señor, apártate de mí, que soy un pecador». Pedro tenía la razón en esa ocasión, pero Jesús no invita a personas perfectas a seguirlo de cerca. Él llama a personas humildes, honestas, que se dejan guiar y enseñar, a aceptar su propuesta y a seguirlo. No hay un solo sacerdote que se haya sentido alguna vez digno del don del sacerdocio, ni siquiera después de años de servicio fiel a Cristo y a los demás. Todo sacerdote sabe que no es más que una «vasija de barro»; Cristo lo sabe también. Pero nosotros creemos que la gracia de Jesucristo nos dará aquello que nos falta para responder a su llamado. «No temas —dice Jesús— busca primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se te dará por añadidura».

¿Qué decir del celibato?

El sacerdote célibe se consagra por completo con un corazón indiviso al servicio de Dios y al servicio de su pueblo. Para hacerlo, él renuncia al derecho de casarse y de tener una familia, no para permanecer solo y amargado, sino para tener como familia a la Iglesia. Él no renuncia a la amistad ni a la compañía de buenos amigos, tanto hombres como mujeres. De hecho se le estimula para que cultive amigos leales y dignos de confianza. El sacerdote puede vivir una vida célibe fructuosa y fecunda, si es un hombre de oración, si ama a Dios y a su pueblo. El sacerdote es llamado a una forma particular de renuncia a sí mismo siguiendo las huellas de Cristo, que se entregó a sí mismo por nosotros.

¿Son los sacerdotes felices?

Sí que lo son. Es verdad que pueden tener días malos y períodos difíciles, como toda persona, pero la mayoría de los sacerdotes te dirán que son muy felices como sacerdotes. Ellos reconocerán, no obstante, que so siempre es fácil ser sacerdote, pero las recompensas personales y espirituales son inmensas y profundas. A veces los medios de comunicación difunden la impresión de que los sacerdotes sufren de infelicidad crónica, que son hombres frustrados y amargados. Eso simplemente no es verdad en la inmensa mayoría de los sacerdotes. El sacerdote que se entrega de lleno a Cristo y a vivir su ministerio sin reservas, encuentra que Cristo es la fuente cristalina y fresca de su felicidad.

Y TU POR QUÉ NO?


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Rector: Pbro. Manuel Peña Sobarzo
Formador encargado de vocaciones y dimención Espiritual:
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